La presencia e identificación con la víctima contribuyen al potencial de la rehabilitación de maltratadores con realidad virtual
Investigaciones recientes han aportado evidencia de los beneficios de la realidad virtual inmersiva para la rehabilitación de maltratadores de pareja. Un estudio reciente mostró que los maltratadores pueden reconocer mejor la expresión de miedo después de ser la víctima de violencia doméstica en realidad virtual, y también que su sesgo hacia clasificar rostros con expresión de miedo como felices desciende después de ser la víctima (Seinfeld et al., 2018). Pero ¿cuáles son los mecanismos? ¿Es el simple hecho de estar en un mundo virtual y ver una escena de violencia doméstica suficiente para inducir estos cambios, o tiene que ser uno la víctima?
Esta pregunta fue abordada recientemente por un estudio que utilizó realidad virtual inmersiva para proporcionar dos experiencias distintas. Para este estudio, hombres sin antecedentes de violencia fueron reclutados y asignados a una de dos condiciones: en la condición de primera persona, los participantes vivieron una escena de violencia de pareja desde la perspectiva de la mujer víctima, mientras que en la condición de tercera persona, vivieron la misma escena pero como un observador sin cuerpo (ver figura, arriba). Una vez en el entorno virtual, ya fuese con el cuerpo de la mujer o como observador, los participantes vieron a un avatar masculino entrar al pasillo virtual donde estaba la víctima y él comenzó a abusar verbalmente de ella y acercarse a ella de manera amenazante (ver figura, abajo).
Figura: El escenario de realidad virtual inmersiva. Izquierda, perspectiva en primera persona, donde el cuerpo virtual de una mujer reemplazó al del participante (arriba), que luego interactuó cara a cara con el maltratador virtual (abajo). Derecha, perspectiva en tercera persona, donde el participante podía ver, como un observador, a una mujer virtual (arriba) interactuando con el maltratador masculino virtual (abajo).
Los resultados del estudio mostraron algunas diferencias y algunas similitudes entre ambas condiciones. En términos de conducta, casi el 70% de los participantes en la condición de primera persona hablaron espontáneamente durante la escena de maltrato, mientras que el 0% de los participantes en la condición de tercera persona lo hizo. Los que estuvieron en el cuerpo de la víctima también sintieron que podían ser agredidos físicamente y que se les estaba dirigiendo personalmente en mayor medida que los asignados a la condición de tercera persona. En ambos grupos disminuyó el prejuicio hacia las mujeres y ambos grupos mostraron una reacción fisiológica a eventos amenazantes en la escena virtual, lo que corrobora que las personas tienden a reaccionar de manera realista a eventos en realidad virtual. Además, el estudio reportó, en todos los participantes, una relación entre la magnitud de las reacciones fisiológicas y sus impresiones subjetivas de la experiencia, y entre cuánto se identificaron con la mujer y la disminución del prejuicio hacia la mujer. Finalmente, vivir la escena virtual desde la perspectiva de la víctima facilitó la identificación con la víctima e indujo una sensación de miedo, impotencia, alerta y vulnerabilidad, probablemente la razón por la cual los participantes en la perspectiva de la mujer tendieron a reaccionar más ante la escena, en términos de conducta y fisiología, y puntuaron (o tendieron a puntuar) más alto en un cuestionario que abordaba aspectos de la experiencia virtual como el embodiment (la ilusión de poseer el cuerpo de la mujer) y la presencia (la ilusión de que lo que sucede en realidad virtual está sucediendo realmente).
Basándose en estos hallazgos, los autores concluyeron que el potencial de este paradigma de realidad virtual para la rehabilitación de maltratadores de pareja surge de la inmersión en el entorno virtual—más específicamente, de sentir que lo que sucede en realidad virtual está sucediendo de verdad y de identificarse con la víctima—, que a su vez se consigue más fácilmente, pero no exclusivamente, cuando los participantes viven la experiencia desde la perspectiva de la víctima. En otras palabras, los autores resolvieron que la medida en que los participantes sintieron que eran parte de la escena parecía contribuir más al potencial de esta escena de maltrato virtual que únicamente la perspectiva desde la que la vivieron.
Referencias
Seinfeld, S., Arroyo-Palacios, J., Iruretagoyena, G., Hortensius, R., Zapata, L. E., Borland, D., de Gelder, B., Slater, M., & Sanchez-Vives, M. V. (2018). Offenders become the victim in virtual reality: impact of changing perspective in domestic violence. Scientific Reports, 8(1), 2692. https://doi.org/10.1038/s41598-018-19987-7
Artículo original: Cristina Gonzalez-Liencres*, Luis E. Zapata*, Guillermo Iruretagoyena, Sofia Seinfeld, Lorena Perez-Mendez, Jorge Arroyo-Palacios, David Borland, Mel Slater, & Maria V. Sanchez-Vives (2020). Being the victim of intimate partner violence in virtual reality: First- versus third-person perspective. Frontiers in Psychology, 11:820.